Fuente: Von Martin Langer Tres docentes en la sala de profesores, algunas tazas de café todavía humean, el mate circula, las notebooks iluminan los rostros, las tareas escritas asoman de manera impecable, sospechosamente perfectas. A simple vista, los textos parecen correctos, bien redactados, incluso demasiado fluidos. Una colega rompe el silencio concentrado de la sala: “Esto lo escribió la inteligencia artificial, no me cabe duda”. Otro le responde, retrucando al comentario lanzado: “¿Y qué hacemos con eso? ¿Qué enseñamos, si la máquina responde mejor que ellos?”. El tercero, mira, solo mira su pantalla con desazón. Algo parece esfumarse de su oficio. La escena podría pasar por un comentario anecdótico, incluso repetirse más o menos en esos términos de conversación, pero revela una tensión profunda que Vilém Flusser, ya reconocía hace más de cincuenta años. Filósofo checo-brasileño, exiliado en São Paulo tras huir del nazismo, dedicó gran parte de su obra al estu...
La película 'Finch' se presenta como excusa para pensar estos "nuevos acoplamientos" que modifican los escenarios educativos. En un contexto postapocalíptico donde un ingeniero crea un robot para cuidar de su perro tras su muerte, aparece una íntima relación entre un humano, una máquina y un animal habilitando preguntas sobre los límites entre lo orgánico y lo artificial y los efectos que produce. Desde una perspectiva posthumanista, la irrupción de la inteligencia artificial (IA) en nuestras aulas nos desafía a repensar el papel del docente y del estudiante, así como la naturaleza misma del conocimiento y la enseñanza. Uno podría ensayar algunas palabras para “vaticinar” cómo afectará la IA, por ejemplo, en el oficio de enseñar, pero sin olvidar que antes de las consideraciones de apropiación o de la práctica misma, existen contextos y discusiones que se inscriben en dinámicas propias y generales, conflictivas y diversas, de formación y desarrollo de culturas tecnol...