Una reseña-nota a partir de la lectura del libro de Martín Parselis.
Fuente: https://www.catarata.org/libro/dar-sentido-a-la-tecnica_99959 |
“En el cambio de su prenda queda una diferencia a su favor pero la máquina no me permite devolverle el dinero”.
(Empleada de comercio)
“¿Cómo podemos aceptar tan livianamente que nuestra posibilidad de supervivencia depende de la voluntad de otros, en forma mediada y absolutamente opaca a nuestra posibilidad de comprensión?” se pregunta Martín Parselis en su libro Dar sentido a la técnica ¿Pueden ser honestas las tecnologías?
El libro pone en juego nuestra responsabilidad y los cuestionamientos necesarios para desnaturalizar nuestra relación con los objetos, los artefactos y los procesos que los generan: la familiaridad, el extrañamiento, el pensamiento mágico. En este último caso nos recuerda las predicciones sobre el avance tecnológico, postuladas a mediados del siglo XX por el escritor Arthur Clarke: “cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”.
Fuente: ITU Pictures, CC BY 2.0 https://creativecommons.org/licenses/by/2.0, via Wikimedia Commons |
El uso de la tecnología fue el centro de debate en muchos análisis expresando los efectos y transformaciones en este contexto de pandemia. Allí se manifestaron los niveles de apropiación en los usuarios pero también se hicieron más tangibles las brechas de acceso y de conocimiento (y todo parece indicar que en muchos ámbitos este debate continuará en este 2021, a veces teñido de mucho sentido común, y sobre todo con el inicio del ciclo escolar).
La velocidad con que debimos buscar dispositivos, programas, aplicaciones y estrategias para enfrentar este nuevo “modo de estar en el mundo” no siempre estuvo acompañada de una actitud interrogativa frente a estos medios como objetos de estudio.
Un método interesante utilizado por Parselis es el de recorrer comprensivamente estas situaciones transitando en modo flâneur pero sin abandonar la necesaria “rigurosidad y asombro” para enfrentarnos al mundo y sus problemas (comentario aparte, de alguna manera también rigurosidad y asombro son capacidades deseables para quienes ejercen con autenticidad el oficio de enseñar y aprender en procesos mediados por tecnologías).
Como en el caso del epígrafe, las situaciones de “desvinculación técnica, cultural y representacional” a diario se repiten. De modo ilustrativo recordamos los incontables lugares comunes en los que caen muchas películas cuando relatan nuestra ignorancia y pasividad ante las fases por las que atravesaría un apocalipsis tecnológico o las consecuencias ante un eventual apagón total del sistema.
El sentido común olvida que la técnica es un rasgo antropológico y que el modo de relacionarnos con lo técnico tiene una dimensión política, configura posibilidades u obstaculiza nuestra vida cotidiana, ordenando nuestro mundo, “nuestra forma de vida”. Las tecnologías no son neutrales. Y esto es algo anunciado hace tiempo por Marshall McLuhan en Understanding media y por Langdon Winner en ¿Tienen política los artefactos?
Las tecnologías están allí, opacas, cerradas, alienantes (pero con diseño “amigable”), y listas para ser consumidas. Pero esta no es la única actitud posible. Si el anonimato entre quienes diseñan, producen y usan tecnología debilitan la responsabilidad sería el tiempo preciso para comenzar a pensar qué tipo de cultura tecnológica estamos construyendo. Esto implica asumir que las cosas podrían ser de otra forma, que sería factible pensar en otros criterios de desarrollo tecnológico, en otros perfiles de formación profesional.
El sentido de la técnica como significado puede leerse en los capítulos del libro donde se exponen las críticas al modo de hacer tecnología. Algunas rescatan el valor intrínseco de cada novedad tecnológica (el solucionismo al que acusa Morozov), prendidos en los movimientos optimistas de la innovación y la creatividad y en las políticas de la economía del conocimiento. Otras, a partir de diagnósticos pesimistas asumen posiciones totalizadoras y exigen el cambio total y radical del sistema.
Una “crítica prudente” parece más acertada en tanto puede analizar la producción de tecnologías tomando distancia “con respecto a algún sistema político-económico, pero sin perderlo de vista”. Es el caso de las tecnologías sostenibles, socialmente responsables, participativas, colaborativas, abiertas, entrañables. Si el entorno nos modifica el autor nos recuerda considerar lo expresado por Miguel Ángel Quintanilla: “tomar en nuestras propias manos la responsabilidad del desarrollo tecnológico y ayudar a diseñar un mundo diferente ”.
Fuente: /https://www.catarata.org/libro/tecnologias-entranables_46463/ |
Hay ejemplos de esto. Frente a perfiles de consumidores, solucionistas y curiosos, la ética de ciudadanos, makers, y hackers permite pensar un contenido de cultura tecnológica que considere al “otro” y se implique en el proceso de diseño y producción de tecnologías (incluso aceptando las alertas y ciertas críticas sobre los denominados Hackatón y MediaLab como prácticas “de moda” y como metodologías de producción de bienes informacionales).
Dar sentido a la técnica representa no solo atender al principio de precaución en las decisiones de desarrollo tecnológico sino en participar para poder definir la finalidad del mismo, poder “decir algo” sobre los patrones de comportamientos para que no atenten contra el cuidado de los commons, de los bienes comunes. Este es el sentido de la técnica como rumbo.
“¿Qué responsabilidad estamos asumiendo por las tecnologías que producimos?” es una pregunta presente a lo largo del texto. Si cada dispositivo, cada artefacto técnico es un mediador social, no dificultar la transparencia del vínculo entre los contextos de diseño y los contextos de uso posibilitará la emergencia de tecnologías no alienantes, honestas como valor irreductible, referente para lo deseable y para juzgar las tecnologías que producimos.
Indudablemente aquellas posiciones subjetivas que construimos en relación a lo técnico y que se cristalizan en la mediocridad, la resignación o el pragmatismo poco tienen que ver con la honestidad de las tecnologías: el fenómeno técnico es un rasgo constitutivo humano. Y como dice Parselis: “hay mucho camino por recorrer todavía”.
Si en un local comercial te dicen que la culpa es del sistema o de la máquina ¿qué le responderías?
Referencia
Parselis, M. (2018). Dar sentido a la técnica ¿Pueden ser honestas las tecnologías? Madrid: Los libros de la catarata.
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