A propósito de un texto de Héctor Schmucler
Mientras siguen las discusiones sobre el inicio de este nuevo ciclo escolar marcado por las decisiones políticas de la “vuelta a la presencialidad”, en medio de una pandemia que se resiste a dejarnos, y de las luchas desiguales de los países por conseguir sus vacunas, encontré un texto que me orientó en algunos análisis, y me permitió ver que algunas cosas no han cambiado tanto.
La pregunta sobre la tecnología mediando en los procesos educativos sigue allí, intacta. Quizás ahora no tanto por el impacto de la novedad en sí misma (en algunos casos, en otros, la novedad se da frente a una deficiente cultura técnica), pero sí por la permanencia de visiones instrumentales que aparecen reforzadas en el profesorado de todos los niveles del sistema por las promesas de las “grandes plataformas” educativas.
La educación en la sociedad informatizada, un ensayo de época pero con derivaciones actuales, lo formuló Héctor Schmucler en 1983 sobre la enseñanza programada a partir de las primeras referencias de Skinner y Pressey. Su desarrollo va mostrando descriptivamente el uso de las computadoras en diferentes modalidades: ejercitación o repaso, simulación, heurística o uso de banco de datos, aprendizaje por exploración (cuyo exponente lo encontramos con el programa LOGO de Seymour Papert), y los juegos de computadora. Hasta aquí todo parece en cierto sentido similar a nuestro contexto, variando los avances en materia de programación y en la producción de nuevas tecnologías digitales, como también en ciertas denominaciones para estrategias didácticas que utilizan tecnología ¿en/con/de? educación.
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La lectura se tornó más interesante, cuando al mostrar la tecnología como un fenómeno social de envergadura, Schmucler reconoce el papel que ejercen las grandes empresas para imponer determinadas tecnologías vinculadas a sus proyectos económicos. Entonces la cosa cambia. Las discusiones actuales que se dan en el plano de la inmediatez y la superficialidad en la mayoría de las instituciones escolares, apremiadas por resolver la urgencia por sostener la continuidad pedagógica, dejaron (¿dejan?) de lado este aspecto centrándose en las posiciones de “la locura del solucionismo tecnológico” (como escribió Evgeny Morozov) o del frenesí instrumentalista o del determinismo tecnológico. Será Langdon Winner desde el enfoque constructivista (también por la misma fecha del texto de Schmucler) que nos alertará sobre la neutralidad de la tecnología y que “los artefactos tienen política”.
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Schmucler formula algunos interrogantes que no han perdido vigencia, todo lo contrario, y nos interpela a recordar las preguntas olvidadas o las que debiéramos crear, esas que incomodan y no se hacen. Frente a esa aparente “neutralidad” de lo tecnológico y su “inevitable progreso”:
¿por qué se quiere educar? Luego se desgranarán otros, si es que la primera pregunta ha encontrado respuesta : ¿cómo educar para lograr los objetivos buscados? ¿qué tecnologías educativas utilizar para facilitar ese cómo? La primera pregunta es la clave y su respuesta se vincula a la manera en que se concibe la sociedad y al individuo que constituye esa sociedad. En un sentido más amplio, la respuesta alude a la idea que se tenga del mundo y de los seres humanos.
Schmucler, H. (1983). La educación en la sociedad informatizada. Chasqui. Revista Latinoamericana de Comunicación, 0(6), 12 – 21 (p. 19)
La persistente distinción entre lo que somos y lo que producimos provoca esa “desvinculación técnica, cultural y representacional” (Parselis) que olvida que “la tecnología es la forma concreta que toma la relación de los hombres con los otros hombres y de ellos con el mundo material que los rodea. En su uso, el propio hombre se modifica y elabora su propia historia” (p. 19).
No se trata de la eficiencia técnica, ni de la comodidad didáctica, “en otro sentido, no se trata de educar, sino si la educación sirve para que los seres humanos se sientan más felices en la tierra” (p. 21). Y eso requiere hoy, por ejemplo, formularse nuevos interrogantes, Desde aquellos que problematizan los medios, las formas en que recibimos la información (McLuhan, ) o la vigencia del software como interfaz cultural (Manovich, 2008) o aquellas preguntas que interpelan nuestra humanidad aumentada, la digitalización del mundo y las hipermediaciones (Sadin, 2017; Scolari, 2008) o sobre los problemas del capitalismo de plataformas (Srnicek, 2019), sobre los modos en que construimos nuestra relación con lo técnico y su honestidad (Parselis, 2018) o quizás la necesidad de un modelo alternativo que pueda girar de la alienación y la cajanegrización hacia tecnologías entrañables (Quintanilla et al, 2017).
Para otro momento queda problematizar algunas denominaciones o terminologías que vinculan lo tecnológico, lo educativo, lo comunicacional, incluso desde los aportes del mismo Schmucler heredando su propuesta de pensar el par comunicación/educación.
Aquí, sin más palabras de mi parte, el cierre con el que Héctor Schmucler culmina su texto:
Si el mundo no se formula nuevas preguntas e insiste sólo en buscar respuestas diferentes a interrogantes viejos, la sombra que ya proyecta el año 2000 se asemejará más a una amenaza que a un halago protector.
Lo cierto es que las computadoras están entre nosotros, que difícilmente podamos evadirnos del proceso que recorre el mundo y que existen desafíos concretos a resolver para una población que crece a ritmo acelerado (…)
¿Qué hacer? ¿Sobre qué memoria imaginar el futuro? ¿Cómo hacer que la gente coma y ría al mismo tiempo?
Estas preguntas deberían estar detrás de todas las decisiones tecnológicas. Si se requiere valor para formularlas, es obvio que más valor exige encontrar respuestas adecuadas. Usar o no computadoras en la enseñanza no admite una decisión meramente instrumental.
¿A qué tipo de vida humana se quiere contribuir? Este debería ser el patrón de medida cuando llegue la hora de la elección. ¿Tendremos el tiempo necesario para que triunfe el coraje?
Schmucler, H. (1983). La educación en la sociedad informatizada. Chasqui. Revista Latinoamericana de Comunicación, 0(6), 12 – 21 (p. 21)
Referencias
Morozov, E. (2016). La locura del solucionismo tecnológico. Bs. As. Katz Editores.
Sadin, E. (2017). La humanidad aumentada. La administración digital del mundo. Buenos Aires: Caja Negra.
Schmucler, H. (1983). La educación en la sociedad informatizada. Chasqui. Revista Latinoamericana de Comunicación, 0(6), 12 – 21.
Srnicek, N. (2019). Capitalismo de plataformas. Buenos Aires: Caja Negra.
Quintanilla, M., Parselis, M., Sandrone, D. y Lawler, D. (2017). Tecnologías entrañables. Madrid: Los libros de la catarata.
Parselis, M. (2018). Dar sentido a la técnica ¿Pueden ser honestas las tecnologías? Madrid: Los libros de la catarata.
Manovich, L. (2008). El software toma el mando.
Scolari, C. (2008). Hipermediaciones.Elementos para una Teoría dela Comunicación Digital Interactiva. España: Gedisa
Winner, L. (1983). ¿Do Artifacts Have Politics? En MacKenzie et al. (eds.) (1985). The Social Shaping of Technology, Philadelphia: Open University Press.
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